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Conflictos sociales y políticos en la Miranda del siglo XX

Los primeros años del siglo XX tuvieron como protagonista los conflictos por las tierras comunales, frecuentes en estos años en muchos pueblos de Navarra. Mientras, el partido conservador y tradicionalista, acaparaban la mayoría de los votos en las elecciones, celebradas por sufragio universal masculino desde 1890.

El conflicto de las corralizas

En una época de intensificación del capitalismo agrario, tanto los particulares corraliceros que habían adquirido los terrenos comunales años atrás, como los campesinos que no poseían más que su fuerza de trabajo para vivir, pelearon por el control de las tierras que habían pertenecido al Ayuntamiento años atrás. La mayoría de los enfrentamientos tuvieron lugar en los tribunales, a través de recursos administrativos a la Diputación de Navarra. Sin embargo, la negativa de ésta a conceder el permiso para roturar las corralizas, y el control del Ayuntamiento por parte de los propietarios de tierras, llevaron a los enfrentamientos directos entre los dos sectores. Destacan dos acontecimientos, con diez años de diferencia, en la que la tensión estalló desatándose el enfrentamiento directo. En el invierno de 1908 Felipe Modet, dueño de las corralizas de Vergalijo, tuvo que huir con su familia, dejando su casa y sus propiedades en manos de la ira de los jornaleros. De nuevo a finales de 1918 las canciones llenas de insultos y blasfemias hacia las autoridades dieron paso, tras su prohibición, a los enfrentamientos directos, que acabaron con la muerte de tres jornaleros y una mujer a manos de la Guardia Civil en las calles de Miranda.

vergalijonueveJPGAntigua finca de Vergalijo

Durante años, los mirandeses se enfrentaron por el control de las tierras comunales, vendidas por el Ayuntamiento para saldar deudas de guerra

El problema no se solucionaría, a pesar de que los jornaleros, organizados a través del Centro Mirandés, alcanzarían el poder en el Ayuntamiento, e iniciaron varias disputas legales a través de la Diputación. Sin embargo la fractura social y el conflicto corralicero seguía sin resolverse, llegando algunos jornaleros a ocupar corralizas con sus aperos de labranza, mientras las negociaciones entre Ayuntamiento y corraliceros, con la Diputación como intermediaria, no llegaban a ninguna parte. En 1923 la dictadura acabó con cualquier posibilidad de solución administrativa al cesar la corporación, dejando el conflicto pendiente para la II República.

Miranda en la segunda República

Al igual que en Navarra y en el resto de España, el problema agrario quedó pendiente para la Segunda República, a la espera de una reforma agraria que, a pesar de su aprobación y ejecución, no llegaría a tener los resultados esperados. Sin embargo, el caldo de cultivo surgido en los años 10 y 20, permitieron la introducción de ideologías obreristas como el socialismo y el anarquismo en el pueblo. Los lugares de reunión (el Centro Católico Mirandés y el Casino Principal) en los que los mirandeses discutían sobre los temas de actualidad, fueron también el punto de partida de la creación de partidos y sindicatos, que participarían en la vida política mirandesa durante la República. Alrededor del Centro surgirían las principales formaciones de izquierdas en Miranda. En 1932 se crea el Partido Republicano Radical Socialista en Miranda, con 205 afiliados, transformándose en 1935 en Unión Republicana. En 1932 se crearía también la Sección de Trabajadores de la Tierra de la UGT en Miranda. Por su parte, el Casino Principal recogía a los seguidores de la formación derechista de la CEDA. El conflicto corralicero continuó sin resolverse en Miranda, a pesar de la fallida reforma agraria, dificultando la convivencia en este nuevo período histórico. Las elecciones en Miranda, de 1931 a 1936, mostraron esta división. Con el reparto casi al 50% de los votos en 1931 entre los bloques de la derecha y el republicano-socialista, decantándose los resultados a partir de 1933 hacia los partidos de la derecha.

Monolito en homenaje a los represaliados y fusilados durante la guerra civil

Entre los represaliados durante la guerra civil en Miranda, se encontraban tres concejales electos: Manuel Tápiz Amézqueta, Arcadio Ibáñez Sesma y Justo Sesma Zaratiegui

Con el estallido de la Guerra Civil, las posibilidades de solucionar los problemas agrarios de Miranda se fueron al traste. Con el triunfo de la sublevación franquista en Navarra no hubo frente de guerra en la comunidad, lo que no evitó la violencia en la retaguardia. La represión por parte del bando nacional también afectó a Miranda, donde fueron fusilados 28 vecinos. En 2013 se levantó en Miranda un monolito en homenaje a los represaliados y fusilados. Entre ellos estaban tres concejales electos de Miranda, Manuel Tápiz Amézqueta, Arcadio Ibáñez Sesma y Justo Sesma Zaratiegui, a quienes se les recuerda, junto con otros cargos públicos y empleados municipales represaliados, con una placa situada en el Ayuntamiento.

Expansión y modernización de Miranda durante el franquismo

Durante el franquismo, el casco urbano de Miranda se amplió, superando los límites del recinto medieval y extendiéndose la villa hacia el llano. Esta expansión urbanística también vino acompañada de una evolución económica. La hegemonía de la economía agraria empezó a decaer con el progreso industrial que a partir de los años 50 se empezó a vivir en Navarra. Numerosa mano de obra empezó a marcharse hacia las zonas industrializadas del norte. La cuenca de Pamplona y el País Vasco fueron los destinos de muchos mirandeses en busca de trabajo. Como resultado, la mano de obra agraria se fue reduciendo, comenzando un cambio en el tipo de explotación, apareciendo la maquinaria agraria. Fincas como la de Vergalijo fueron entrando en un progresivo declive. La población de Miranda fue abandonando poco a poco el campo, comenzando a trabajar industrias y empresas de localidades cercanas, hasta conformar un cambio económico vigente hoy en día. Como hecho destacado, en los años 60, se recuperó por parte del Ayuntamiento de la finca de Montebajo, antiguo terreno comunal que había sido vendido en 1810 para saldar deudas de guerra. La compra por parte del Ayuntamiento (por una suma de casi 23 millones de pesetas) devolvía de esta forma Montebajo a sus antiguos dueños, los vecinos de Miranda, 155 años después de su primera venta.

Miranda tras la dictadura

El fin del franquismo y la llegada de la democracia, trajo a Miranda una nueva etapa en la que los vecinos, a través de la elección de sus alcaldes y concejales, pusieron en marcha numerosas renovaciones en la villa. La ampliación de servicios, construcción de nuevas instalaciones deportivas, mejora del urbanismo, restauración de edificios histórico etc. La mejora de los servicios en Miranda contrasta sin embargo con la pérdida progresiva de población, a pesar del repunte vivido durante los años 90 y principios de los 2000 gracias a la llegada de población inmigrante. En la actualidad la población de Miranda se ha reducido a 847 habitantes en 2015.

Gracias a la aparición de diversas asociaciones de vecinos, se ha impulsado la vida social y cultural de Miranda, intentando dar respuesta a las inquietudes culturales, deportivas y recreativas de todos los vecinos.

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