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El siglo XIX, Miranda entre guerras

El siglo XIX fue para Miranda un siglo difícil, marcado por las guerras y las miserias que éstas conllevan, que acabarían con la venta de terrenos municipales, siendo el origen de los conflictos agrarios que protagonizaría Miranda a comienzos del siglo siguiente. Este período bélico se inició ya para Miranda a finales del siglo XVIII, cuando se alistaron hasta 68 mirandeses para combatir en la Guerra de la Convención, que enfrentó al reino de España con la Primera República Francesa entre 1793 y 1795 y que supondría una invasión momentánea de Navarra por parte de las tropas francesas.

Los efectos de la guerra no se reducían únicamente a los muertos dejados en los campos de batalla o las represalias que podían producirse en la retaguardia. Los ejércitos debían ser alimentados, y se tenía por costumbre que fuesen los pueblos donde pasaban noche y se apostaban los que alimentasen a las tropas. De esta forma los pueblos que acogían ejércitos y guarniciones veían como sus cosechas desaparecían durante los años de guerra.

La guerra de independencia

Navarra sufrió como ninguna los efectos de la guerra de independencia, especialmente sus pueblos. Al abastecimiento de las tropas francesas, numerosas por su cercanía con la frontera, se sumaban las partidas de guerrilleros, lideradas por Javier Mina el Mozo. Guerrillas que en ocasiones se centraban más en el saqueo y el pillaje que en hostigar al enemigo francés. A partir de 1810 las tropas francesas aumentarían en Navarra debido a la actividad guerrillera y a la importancia estratégica de la región. Debió ser el momento en el que se colocó una guarnición francesa en Miranda, que en marzo de 1810 sería atacada por la guerrilla de Mina, dejando diez muertos y 40 heridos en el bando francés y 16 en el bando guerrillero.

En 1810 la guerrilla de Javier Mina ataca la guarnición francesa apostada en Miranda, dejando diez muertos en el bando francés y 16 en el bando guerrillero

Todos estos acontecimientos no harían sino esquilmar todavía más los pocos recursos que tenía Miranda. La situación llegó hasta el punto de que en tres ocasiones el alcalde de Miranda fue llevado preso por los franceses, por no hacer frente a los requerimientos de víveres y metálico. Cuando las cosechas no eran suficientes, los Ayuntamientos de los pueblos recurrían a la venta de tierras comunales o a préstamos de gente pudiente, los cuales devolverían en tiempos de paz.

La venta de los comunales

El fin de la guerra contra los franceses no trajo a Miranda tranquilidad, pues los problemas heredados de los tiempos de la guerra continuaron. La situación económica del Ayuntamiento no mejoró tras la guerra, teniendo que pedir préstamos a particulares que debían devolverse años después. La devolución de los préstamos se complicaría con el estallido en 1833 de la primera guerra Carlista, teniendo Miranda que abastecer de nuevo a los ejércitos que frecuentaban la zona. Con el fin de la guerra las deudas del Ayuntamiento se acumulaban, por lo que se vio obligado a vender varios terrenos comunales, que acabaron durante la década de los 40 en manos tanto de vecinos de Miranda como terratenientes de Madrid. Estas ventas son el origen del conflicto corralicero que, desde finales del siglo XIX y hasta la época de la Segunda República, marcará la vida de los mirandeses, protagonizando enfrentamientos violentos y movimientos populares con la aspiración de rescatar los comunales.

La tercera guerra Carlista: reconstrucción del Castillo

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La fortaleza que siglos atrás había sido el orgullo de Miranda, continuaba en ruinas. En 1764 los mirandeses rechazaron el uso de las ruinas del castillo para construir la ermita contigua. Querían preservar las ruinas de lo que había sido su símbolo en el pasado. Debió ser reutilizada durante la primera guerra carlista, al servicio del bando liberal al que se adhirió Miranda.

Durante la tercera guerra carlista, el torreón es reformado, formando la configuración que ha llegado hasta nuestros días

Sin embargo su remodelación más importante sería durante la tercera guerra Carlista. En 1876, un alto muro rodeaba la fortaleza, con varias torretas circulares que rodeaban el torreón, que todavía hoy se contempla. La ermita contigua funcionaba como almacén y albergue de tropas, que no llegaron a ser más de 100 durante la guerra. Además del torreón, se realizaron otras obras para proteger Miranda de las tropas carlistas, como el cierre de los huecos de la torre del reloj, fortificación de la puerta de la iglesia que da a la plaza y la construcción de un fortín en la cabecera del puente. La amenaza carlista llegó a ser real, hasta el punto que las tropas tradicionalistas destruyeron uno de los ojos del puente que tuvo que ser reparado.

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Las últimas décadas del siglo en Miranda, una vez acabada la guerra, trajo un período de estabilidad en la que sin embargo se empezarían a cultivar los problemas sociales que explotarían en el siguiente siglo. Políticamente, las elecciones que trajo la restauración borbónica, estuvieron controladas por los partidos carlista y conservador, que acaparaban la gran mayoría de los votos de los mirandeses con derecho a voto. En estos últimos años de siglo, ya comienzan los primeros pleitos por el tema de las corralizas, que estallarían en los años siguientes.

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